Koldo Etxebarria – BELLEZA METAFÍSICA EN EL ESPACIO

BELLEZA METAFÍSICA EN EL ESPACIO

Mi investigación plástica se centra en la reflexión sobre la realidad metafísica del ser humano. En este sentido sigo el rico sendero que dejaron los pintores metafísicos italianos: Chirico y Morandi o abstractos como Rothko y Oteiza con sus soluciones formales diferenciadas. A su vez entronco con postulados que planteó Platón y luego los neoplatónicos, seguidos por pensadores contemporáneos como Jean Klein, Ken Wilber Erich Fromm, Suzuki, Antonio Blay, Consuelo Martin entre otros.

Se trata de volver la mirada al origen del proceso creativo, ya que habitualmente estamos en las formas y olvidamos la fuente que nos mueve a la creación de objetos artísticos.
Hay una realidad detrás de las distintas formas que se dan en el arte y detrás de las ideologías y de los procedimientos pictóricos. Esa realidad está hecha de inteligencia y belleza, que es donde se fraguan todos los procesos creativos. Es ahí donde está la metafísica del ser humano.

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Esta realidad metafísica está en una zona interior del ser humano donde reside también la belleza metafísica, el amor y el gozo poético. Y está detrás de la zona donde están las ideologías, las reflexiones racionales, los conceptos y los emocionalismos.

Esa realidad es la belleza metafísica y ésta no está en el objeto artístico sino en el sujeto contemplador o creador de la obra de arte. Y al mismo tiempo es donde está el origen de todas las formas incluidas las artísticas

Las formas son proyecciones que hace la inteligencia de quien las mira. Desde Platón y los neoplatónicos se ha hablado de la mente contemplativa. La mente que está mirando directamente a lo que muestra la inteligencia.

Lo que planteamos en esta muestra es poner de manifiesto que existe esa unidad que existe detrás de los distintos proyectos individuales. En este sentido nos interesa recalcar que la belleza no tiene forma, ya que es un estado de la conciencia, no un objeto creado por ella. Y reside en el contemplador y no en el objeto de arte.
Realmente es una cuestión muy interesante ya que no se queda en pura teoría, sino que la belleza nos va llevando a nuestro origen. Como decía Consuelo Martin ” cuando la belleza me va llevando a la realidad profunda, que está detrás de las formas, me está llevando a mí mismo, a lo que verdaderamente soy”. En ese sentido Jean Klein apunta en la misma dirección: “Nuestra naturaleza y la verdadera naturaleza de la obra de arte son una y la misma cosa…El arte nos despierta a nosotros mismos…El ser humano ama la belleza porque esta se hace eco de su propia belleza”.

Esa belleza es nuestro ser, nuestra conciencia. De ella salen todas las formas con sus diferencias. La obra de arte es una proyección de esa estética interior. Cuando se siente la estética se vuelve a la conciencia sobre sí misma y se queda en la estética. Sin importar las formas artísticas que lo han provocado. La poética que vemos fuera la está proyectando la poética que somos. La obra de arte no es más que un juego de sombras para que proyectemos la estética que viene desde lo profundo de nuestro ser. Cuando reconocemos la armonía en una obra de arte, es importante diluirnos en ella.
Desde el objeto de arte tenemos que girar hacia la estética misma, y quedarnos en ese estado. El ser humano no es alguien que añora la belleza de una obra de arte. Somos estética

Como solución formal de mi obra, el principal recurso poético que utilizo es la figura humana en actitud contemplativa y en silencio, abierta hacia lo que le rodea desde la belleza metafísica interior. La función del arte es despertar, a modo de espejo, esta belleza, experimentarla en primera persona, ya que es una dimensión interna que pertenece a todos los seres humanos.

Los espacios silenciosos, enmarcados por las arquitecturas, acogen y arropan a la figura humana contemplativa en una atmósfera de quietud, siendo la luz y el color, que bañan estos espacios urbanos, los que crean la armonía entre el ser humano y el entorno. Armonía de la imagen que apunta a la armonía que se da en la vida real cuando se vive desde la belleza, armonía de la representación como símbolo de la armonía de la vida que se vive desde la unidad que subyace a las diferencias y divisiones que hace la mente concreta.

El arte es un medio para recuperar esa mirada gozosa y poética del ser humano. El arte se convierte así en una expresión de esa vivencia estética interior, vivencia que es más importante que el objeto de arte. Por eso es importante estar atentos y reconocer como propia a la vivencia que se produce en nosotros ante la obra de arte. En este sentido, mis imágenes son poesías visuales que apuntan al observador, que es el verdadero protagonista de la realidad estética.

El arte es útil en la medida que nos propicia ese estado interior. La función del arte es devolvernos al origen de la belleza como experiencia que está en el propio ser humano. La belleza metafísica es un estado interior y la función del arte tiene que ser la de llevarnos a ella vivencialmente.

“La belleza que somos capaces de apreciar fuera es la belleza que llevamos dentro”. (Antonio Blay Fontcuberta)

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