Josu Bilbao Fullaondo
publicado en el diario EL PAÍS, el 2 de junio de 2007

 

Silencio Habitado

La reproducción de imágenes de forma mecánica es legado de la fotografía. Requisito imprescindible para conseguirlo es la luz que se proyecta sobre un espacio, además de la tecnología de la cámara oscura. Pasado el siglo XX, precisamente, la tecnologia de lo visual ha conseguido un desarrollo inusitado. Tenemos las cámaras digitales, reproducción mimética de las argénticas. Pero entre medio de ellas aparecen los ordenadores con sus diferentes herramientas para permitir a comunicadores y artistas conseguir imágenes de la mas diversa índole. Unos pueden narrar con detalles precisos la noticia más compleja y facilitan su comprensión. Otros indagan en el terreno de la poesía, la estética y las emociones.

Un brillante ejemplo de estos últimos lo encontramos en Koldo Etxebarria, que expone sus trabajos en la. sede del Colegio de Abogados de Bizkaia en Bilbao. Mediante el procedimiento infográfico construye paisajes urbanos o interiores de edificios donde la presencia humana juega un papel clave. Son imágenes que van más allá de lo que puede percibir en ellas cualquier análisis racional cargado de ideas preconcebidas.

El aparente frío (silencio) que la máquina puede volcar sobre la composición lo desmaquilla el calor impuesto por el autor. De esta manera se consigue que el espectador, después de captar la apariencia externa de la imagen, camine hacia los territorios de la subjetividad donde se encuentran los temores y las alegrías. Un paso intermedio para alcanzar el auténtico disfrute de la estética donde el inolvidable Jorge Oteiza ubicaba lo espiritual y metafísico.

Las imágenes expuestas están plasmadas sobre papel fotográfico cubierto de un velo plastificado que ofrece un primer impacto visual de profundidad. Combinan el color con un gran acierto y equilibrio. La otorgada frialdad a un ciclo azul se compensa con unas nubes rojizas que imponen tonos naranja en el ambiente. Los escenarios están marcados por una geometría muy racional incluso con sugerente tono minimalista. Dentro de ellos la presencia humana es puntual. Los conjuntos respiran cierto aire de soledad, calma, tranquilidad. Sensaciones que reconfortan el espíritu. Curiosamente, el estilo que impregna todos los trabajos recuerda las elaboradas pinturas de Dionisio Blanco. Así, vamos encontrando la marquesina de autobuses con un hombre a la espera, Un amplio salón con dos pequeñas mesas ocupada una de ellas por una pareja o una gran plaza vacía donde se pierden cuatro personajes. Belleza, ternura y emociones conseguidas por una nueva máquina.

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